Gran parte de nuestro trabajo espiritual puede estar aislado de otras personas. Podemos orar, estudiar o meditar por cuenta propia. Hacemos introspección e indagamos para hallar las áreas en nuestro ser que necesitamos transformar. Y aunque el camino espiritual de cada persona sea individual, nadie puede recorrerlo solo. Nuestros amigos nos ofrecen el apoyo, la orientación y el amor necesarios para lograr la transformación que necesitamos hacer.
"La amistad es la esencia de la espiritualidad".
Los kabbalistas enseñan que nuestras amistades no solo nos ayudan en nuestro crecimiento espiritual, sino que son el mismísimo propósito de este. De hecho, la amistad es la esencia de la espiritualidad. He aquí las razones:
1. Nos enseña a ver al Creador en las demás personas.
La verdadera prueba de la amistad no es cuánto amas a alguien cuando está en su mejor momento, sino cuánto lo amas cuando está en su peor momento. Esta es la forma más pura de amar a tu prójimo como a ti mismo.
Amar a alguien incondicionalmente es amar a Dios. Es la capacidad de ver la chispa del Creador en ellos. Cada vez que vemos negatividad en alguien más, nos desconectamos del Creador porque no logramos entender que esas características son específicamente diseñadas por el Creador. Cuando amamos a alguien a pesar de sus fallas, nos conectamos con la Luz del Creador.
Alcanzar este nivel de amistad es increíblemente inusual. ¡Tener aunque sea un amigo a quien ames incondicionalmente es una bendición enorme!
2. Nos ofrece oportunidades para compartir.
Amar a alguien incondicionalmente también significa amar a alguien sin expectativas de recibir nada a cambio. A menudo esperamos cosas de las personas: queremos que nos hagan favores, que nos den su atención, que nos hagan sentir mejor con nosotros mismos. Pero cuando tenemos una amistad verdadera, dejamos de lado nuestros deseos egoístas debido al amor que le tenemos.
Nuestro trabajo espiritual está diseñado para transformarnos en seres más altruistas y generosos. Cuanto más desarrollamos amor incondicional por nuestros amigos a través de acciones dadoras, nos transformamos en personas más espirituales.
3. Nos ayuda a ser más como el Creador.
En definitiva, estamos destinados a ser como el Creador: una fuerza dadora infinita. Con cada paso que damos por tener amor genuino, tolerancia y dignidad humana por los demás, nos alineamos cada vez más con el amor incondicional del Creador. Amar a los demás incondicionalmente es amarlos de la manera en que el Creador nos ama.
Piensa en cómo puedes ser un mejor amigo con las personas que te rodean. ¿Cómo puedes ser más generoso, altruista e incondicional? Cuanto más pensemos activamente en esto y demos los pasos necesarios para desarrollar ese tipo de amistad, más nos transformamos a nosotros y al mundo que nos rodea. Este es el propósito de todo nuestro trabajo espiritual y la razón por la que las amistades nutren el alma.